miércoles, agosto 23, 2006

En la orilla XIII

117

¿Anochece en tu blanco país sin noticias? ¿Qué cosa es tu mesa, servida a qué, qué tu mantel? Si la brisa trajera el sabor o el aroma de tus labores de ayer, si tan sólo una señal o paloma, una vaga nube extranjera de la que yo dijera mía…


118

Me subdivido en la lluvia, asciendo por las nervaduras de las hojas, me sucede una rosa de viento en medio del amor furtivo, me ensancho en nulas metamorfosis, soy catástrofe de la sangre aulladora. Las cosas me nombran; todas las cosas que soy. Pero ¿a quién nombran cuando me nombran?... Concurrir a zonas ambiguas ya en tercera persona.


119

¿Somos sueño de un dios?... Creer que el que me sueña no te sueña a mi lado porque no te conoce o por haberte olvidado o por un capricho del inconsciente o, simplemente, por una cuestión de estilo.


120

En mi llanto no caben lágrimas. La angustia y el sopor rompen filas, agitan pañuelos irascibles, ríen en rincones de buhardilla. La tristeza es un punto cardinal mudable, tiene el rostro feliz de una margarita a punto de estallar en una trinchera. No, no tengo lugar para lágrimas, en general para nada que caiga sino yo. No hay una sola nariz húmeda, plañidera, no hay una nube pasajera preñada que sea capaz de corromperme el llanto. Cuando lloro nada llueve, nadie cae, nunca nadie moja nada.


121

Otra vez la luna caída en un responso. Ando con esta ceguera de no verte. Siento que ya me fui, que le robo una fecha a la muerte, que soy memoria del olvido, que dejo una espalda de telón donde debí soltar un pañuelo. Siento que soy sombra de mi sombra.


122

Me suicido en una ola, en una blanca ala de espuma. Oscilo. Toco los llamadores de las puertas de la nada.


123

La poesía es algo que cae. ¿Y yo qué? Yo caigo de vos, no de mí. De mí caeré mañana, cuando tenga suelo. Por ahora sigo cayendo de vos, todavía no doy con tierra firme.


124

Me quitaría la cabeza del sombrero, las manos de las mangas, los pies de los zapatos. Sería la parodia de mi sombra.


125

A veces pienso que diga lo que diga, piense lo que piense, haga lo que haga –ya respire, ya escriba, ya camine-, es otra forma de decir que te amo.


126

Vos en una orilla, yo en otra: soy el que espera que se unan los continentes.

2 comentarios:

Diana L. Caffaratti dijo...

Sigo sorprendiéndome, dibujando óes con mi boca y poniéndoles al costado unos remos oscuros para que funcionen como signos de admiración.
De dónde sacas tanta imagen inédita... Tienes el cornucopio de la abundancia de color y otras plenitudes literarias.

María Elisa Quiaro dijo...

paso por aquí y giro el caleidoscipio, entonces encuentro lo que no sabía que buscaba. agradecida