domingo, agosto 13, 2006

En la orilla VII

55

La que era viva fragua evapora todo lo que le quedaba de sol. Concluyen los pañuelitos de tu despedida, todos mis corazones concluyen. ¿En que luz andarán tus pechos asombrados? Ventanitas de la mañana que abrían su par en par.


56

¿Y ese faro, y esa luz? Por qué no ser ese faro, esa luz. Proyectarse en un reguero calmo, extenderse hacia el horizonte, profanar el crepúsculo.


57

Estrella de mar desalojada aferrándose al cielo de la arena. El mar le baldea el sueño, la esperanza. Pronto brillará con su muerte de inquilina. Una constelación de piedritas caracolas entonara un réquiem de bienvenida.


58

¿A qué conduce tanto mar, tanta noche? ¿Qué es esta hondura que doblega las voces del abrazo? Huérfano de sol, me diluyo por soledades. ¿Quién puede medir nudos de ausencia, trepar tanta noche, tanto mar.


59

Después, lo de siempre, hago tu rostro en lugares imposibles. Miedo a que no estés, o yo, miedo a que una línea ligera de tu boca troque en un gesto de ala, mienta, me sople las manos.


60

¿Quién dice, hoy, la noche estrellada, el alma abierta?... El poema que nace ahora ha muerto cien veces primero.


61

Juntar papelitos, darles alas de arroz, soplarles un pulmón a cada cual, verlos caer como promesas. Viento que no lee, cielo que no llega, poesía que no es.


62

Palabra que cayó por su propio peso y horadó el silencio entre dos miradas. Agujero hondo, amplio, donde no cabía una palabra.


63

Te tiendo emboscadas terribles, dulces, con palabras de sol, con perros dibujados en la arena. Perros acostados con hambre de vos, que aúllan en mi nombre, se rascan la perra ausencia, soplan globitos de historieta con socorros de mi corazón.


64

Orinar entre palomas que sumergieron su hambre en un puñado de migas de pan. Vaciar el macho en ese chorrito, ser agua en el sonido del agua, ausentarse hasta del tacto del dedo índice y el pulgar direccionales. Derrumbarse en la belleza de esas viejitas encorvadas, de alas vivaces, con canastas de mano. Enmudecer. Quedarse en blanco. Ya sin piel para aire, ya sin carne. Sentirse de más como hombre, como género.

2 comentarios:

CILENCIO NO SE CALLA dijo...

Estos poemas tienen versos muy hermosos, con mucho vuelo, con mucha imágen... ¿De quien són? Supòngo que tuyos...Acláramelo, porfa...
Va un abrazo cilencioso

BullHorse dijo...

me quedo con la luz del faro... ¿porque no ser el faro que guia todos los latidos?...