jueves, agosto 03, 2006

En la orilla IV

25

Caminar la orilla efímero, salvaje, sin perplejidad, sin apuro. En mi sombra va la muerte. Toda sombra, cualquier sombra tiene forma de la muerte.


26

Ennegrecerse escribiendo chimeneas, moscas de fieltro, músicos, hormigas negras, ovejas negras, abismos, corcheas de ébano, pezuñas bravas, noches sin luna. El carbón lacio cede ante el alumbramiento del promisorio diamante, el brillo da en musa embriagada, desnuda como almeja. Poquito a poco, ella va apagando las oscuridades con su luz de la mañana que vendrá.


27

Es largo el peregrinar de esas piedras. Partieron desde temprano y aún no han llegado a la noche.


28

En un mismo delirio, en completa sintonía: esa nuez, mi cerebro.


29

Rocas muertas del faro. Luz muerta del faro. Como mascarón, de pie resiste los embates. El que diera luz se inventa una paloma verde contra la soledad.


30

Entre isla muy tuya e isla mía fracasan astros obstinados. Ellos encienden su misericordia en el invierno áspero. Hago la soledad en ropas apretadas. En el humo de la taza de café hay más espera que un país. Animal con miedo, me agarro de la taza fuertemente para no caerme al vacío.


31

Sos misterio que mata la luz. Y yo camino esa medianía en que cara o cruz da en moneda que aloja el aire. Salgo a los contornos. Digo palabras que no digo. Misterio… Desconfío de lo que no toca tu alma. ¿Qué es no verte? Vamos a ver cuando me ponga los ojos, los de ver de lejos, los de verde, los de ver dentro. Mientras tanto, sombra es lugar de la posible plantita.


32

No el silencio: el callar de las cosas. Momento supremo. La sensación de que si hablo lo dicho puede quedar escrito en el aire.


33

Bendito histrionismo de las manos. Alucinación momentánea al descubrir una tercera mano, la tuya, en el solitario juego de las sombras chinas.

2 comentarios:

Diana L. Caffaratti dijo...

Sigo el rumbo que me muestras con los numerados mensajes capitulares, y sigo adelante sabiendo que si regreso, nuevamente buscaré la huella hasta el último verso.

Anónimo dijo...

Intuyo conciencia de muerte despues de momentos tan vivos, te oscureces en tu arte mientras ella te sirve de linterna, caminata a solas en su companhia, miedo a las palabras que no alcanzan momentos de cristal, las manos como puente...